El chantajista

En el universo Bárcenas todo es «aparente», «simulado», «temporal», «diferido», «transitorio». Lo único que parece real, aunque creciente, es su fortuna en paraísos fiscales, que él mismo cuantificó en 38 millones de euros en su comparecencia ante el juez Ruz.

El ex tesorero de Génova se ha convertido en el mayor problema para el PP ¡cuatro años después de que estallara el caso Gürtel! Eso es lo inaudito, que en todo ese tiempo nadie haya sabido o podido romper el cordón umbilical entre el partido y un hombre que no sólo ha utilizado su puesto para enriquecerse groseramente, sino que ha tenido la inteligencia y la sangre fría de mantener sólidos puentes con un buque que ahora está dispuesto a hundir sin reparar en las consecuencias de su acción.

Para ver con perspectiva lo que ha ocurrido hay que trasladarse a los primeros días del mes de julio de 2009, cuando la Fiscalía del Supremo elevó un escrito al juez instructor, Francisco Monterde, solicitándole la petición del suplicatorio al Senado para poder llamar a declarar a Luis Bárcenas.

Fue la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, la que, en una tensa reunión, mantenida el 3 de julio, pidió a Bárcenas que abandonara el partido. Posteriormente, el día 6 de julio, el tesorero se reunió con Mariano Rajoy en su despacho de Génova. Según diversas fuentes consultadas, Rajoy aconsejó a Bárcenas que saliera del PP, aunque fuera de manera transitoria, cosa que Bárcenas hizo.

El día 13 de julio, en una entrevista concedida a Abc, el tesorero explica: «Yo ya tengo convenido con el presidente de mi partido -que es la única persona con la que yo hablo de este tema porque es quien me nombra tesorero, me hace miembro del comité ejecutivo y quien tiene la confianza en mí- que dejaría transitoriamente la tesorería para dedicarme a mi defensa». Más adelante, asegura: «El presidente coincidió conmigo y me dijo que tenía su confianza... Mariano Rajoy siempre ha estado a mi lado... Si yo hubiese visto que el presidente de mi partido flaquea y me dice 'oye Luis, creo que es mejor que te apartes', lo habría hecho...».

Bárcenas continuó como senador y, de hecho, aunque dejó de ser tesorero, no se nombró a un sustituto, sino que sus labores fueron asumidas por el gerente y hombre de su confianza, Cristóbal Páez.

Segundo hito importante: abril de 2010. En esa fecha, Bárcenas decidió renunciar a su acta de senador ¿Por qué? El ex tesorero del PP dio esta respuesta en otra entrevista a Abc (20-4-2010): «Llevo 14 meses siendo el centro de atención de todos los medios... Soy consciente de que me están utilizando como un ariete para derribar a Rajoy». No se recató en insistir en lo que había dicho unos meses antes: «Me he sentido arropado por Rajoy, con el que he compartido todas las decisiones que he ido tomando...».

¿A qué decisiones se estaba refiriendo? Esa pregunta se la hice hace unos días a Javier Arenas, vicesecretario del PP y buen amigo de Luis Bárcenas (el ex tesorero ha insistido en varias ocasiones: «Los compañeros con los que he tenido relación desde hace 30 años, que son Javier Arenas y Ana Mato, son dos grandes amigos que me han dado todo su apoyo y cariño»). La respuesta de Arenas fue la siguiente «A mí se me dijo que iba a mantener un coche y una secretaria, pero nada más».

Pero fue justo en esos días cuando Cristóbal Páez le redactó una extraña «indemnización fraccionada», como la calificó el vicesecretario general de Organización del PP, Carlos Floriano; o bien, «indemnización en diferido» o «retribución simulada», como dijo días después De Cospedal.

Si, como reconocieron ambos, a Bárcenas se le ha estado pagando no sólo un sueldo mensual (21.300 euros), sino también la Seguridad Social, y éste no ha hecho ningún trabajo para el partido, el PP ha cometido una ilegalidad: es un fraude de ley pagar la Seguridad Social a alguien que no está trabajando.

Pero, ¿quién autorizó a Páez a realizar esa enorme chapuza que tendrá graves consecuencias para el partido?

Si creemos a Bárcenas, su situación habría sido pactada directamente con Rajoy.

No me imagino al presidente del PP entrando en esas menudencias, pero el ex tesorero se encargó en su día de dejar bien claro en sus declaraciones públicas que su único interlocutor era el presidente del partido. De hecho, Cospedal (según ha reconocido a este cronista) no supo del acuerdo indemnizatorio «hasta meses después de que se hubiera firmado».

Lo que estaba haciendo Bárcenas con sus declaraciones era precisamente airear la protección de que gozaba por parte del presidente del partido. Algo que Rajoy no negó entonces y que debería haber hecho, porque quien le utilizaba era él.

Es el comportamiento típico de un avezado chantajista. Bárcenas se marchó del partido no sólo con las manos llenas de dinero sucio, sino con una cantidad ingente de información sobre la financiación del partido.

Probablemente en 2009 los que le ayudaron a pactar una salida honrosa (seguramente, Arenas y Mato, entre otros) pensaron que así se aseguraban el silencio de un hombre que sabía demasiado. Pero con su actitud, lo único que hicieron fue aplazar y agrandar el problema. Todo lo que afecte a Bárcenas, afecta directamente al PP y, de hecho, la decisión del juez Ruz de unir la investigación sobre sus papeles y las cuentas en paraísos fiscales a la instrucción del caso Gürtel así lo certifica.

Las dudas que han tenido algunos dirigentes a la hora de instar una denuncia contra el ex tesorero es una prueba más de que todavía hay gente que tiene miedo de sus palabras o de sus papeles.

Por ello, el PP no puede seguir por más tiempo atenazado por el chantaje de Bárcenas, si es que no quiere seguir dando la impresión de que tiene muchas cosas que ocultar. Ahora, la responsabilidad es también de Rajoy: debe pronunciar su nombre y decir claramente que, para sus chanchullos, nunca tuvo la cobertura del partido.